sábado, 19 de marzo de 2011

La Habitación

El desequilibrio del deseo crónico había arrastrado su mano a golpear la puerta.
Mirada de sorpresa y hastío
-No lo estropees y deja de ser tú durante este asalto.
La habitación se dibujaba sóla, de forma casi espontánea, colores cálidos, demasiado cálidos para la personalidad habitante. Un fulgor naranja emanaba de cada arista del mobiliario, en eterna disputa con la sombra nocturna.
Voces de la madrugada salían del espejo. Silencio
Él se sentó en el suelo, en un rincón, irónicamente sin contacto alguno con cualquiera de sus propiedades íntimas, es decir, representando el lugar que le correspondía. Un lugar ínfimo y casi insignificante en la vida de esa persona, pero un lugar al menos.
-¿A qué vienes?
-A cobrarme las deudas...

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