Son madrugadas de complicidad y sábanas calientes danzando con mi ilusión. Es el calor como idioma común, la playa nuestro imperio perdido y estrellas cayendo sobre nosotros augurando la sentencia ya escrita. Embriaguez por tus palabras, fiesta con canciones de karaoke y sexo en la arena o en cualquier parte del universo. Cenas con amigos de más, acompañadas de medias sonrisas y más sexo.
Pero todos los veranos tienen un fin abrupto e impulsivo con nubes de silencio y una lluvía fina estival de disculpas mudas.
No, creo que aún no estoy preparado para otro verano...
summer.... :)
ResponderEliminarY luego siempre llega el otoño, para arropar las heridas en el colchón de su niebla, para regalarnos tardes de calma, que son noches pensativas, que se hacen madrugadas sin darnos cuenta...
ResponderEliminarPara lavarnos la cara con la lluvia de la mañana y limpiarnos el rostro de telarañas y cortinas y espejismos y fantasmas. Y enseñarnos la verdad del mundo, con sus luces y sus sombras pero siempre hermoso.
Para regalarnos tímidos rayos de sol que nos recuerden que la vida sigue ahí, más viva que nunca, aunque a veces se esconda un poco; esperando en cualquier callejón a que vayas a buscarla lleno de esperanza.
Para enseñarte que todo lo que necesitas para completarte realmente no está en el mar, ni en las estrellas, ni en los ojos de quien te mira y menos de quien no te ve; ni en la playa, ni en las noches, ni en el tiempo que no volverá.
Todo lo que necesitas está dentro de ti, todo lo que te hace falta, todo lo que de verdad importa es que te tengas a ti mismo. Que tengas de verdad, para todo, sin importar quien se encuentre a tu lado. Cuando comprendas eso, tus manos empezarán a modelar ese magnífico futuro que te espera con todo el arte que les he visto hacer.
P.S. Personalmente, a mí me gusta mucho más el otoño. Suele ser más sincero que el verano.
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